Don José Lepe Rivera, un hombre a carta cabal.
Entre Piales y Manganas
“Persona que es curiosa tiene un refrán para cada cosa”.
En una recopilación de Carlos Hernández, nos platica que uno de los personajes de la historia de San Juan de Abajo, José Lepe Rivera, amigo «a carta cabal», como escribió Héctor Paniagua en la obra Origen y Destino en la que habla de la historia de la familia Lepe Rivera, José Lepe era integrante de una familia de fuertes orígenes en la charrería y la equitación.
«La historia de los pueblos la escriben sus habitantes todos los días con el que hacer individual o colectivo, legándonos obras materiales y culturales como testimonio fiel de su raza y de su época…» Refiere Paniagua en el prólogo a la obra.
Los orígenes de la familia Lepe se remontan a 1788, cuando en Tecolotlán, Jalisco, nace don Ignacio Lepe, de una familia de cinco generaciones de a caballo.
José Lepe Rivera nació el 25 de marzo de 1920 también en Tecolotlán, pero vino a dar a San Juan de Abajo.
En 1937 cuando se funda el ejido de San Juan de Abajo José no figuraba como solicitante de tierras en el censo básico, sin embargo, por la amplia dotación presidencial, fue necesario llamar a más jóvenes de su edad pues apenas cumplía los 17 años, para que se convirtiera en ejidatario y poder dar vida al núcleo agrario campesino.
Fue dos veces presidente del ejido de 1952 a 1955 y de 1968 a 1971, lo que le permitió conocer a políticos importantes del Estado como Gilberto Flores Muñoz, Francisco García Montero, Emilio M. González y Julián Gascón Mercado, lo que catapultó a San Juan de Abajo a la escena política estatal.
Además, José Lepe participó en las movilizaciones de los años 50 para la creación del municipio de Bahía de Banderas de Nayarit.
Fue por esta trayectoria política y su labor para impulsar el campo y la agricultura y fue fundador de los charros de San Juan de Abajo, (Los Abajeños), y se le rindió homenaje póstumo, con una estatua que adornaba la entrada al pueblo de San Juan de Abajo junto a Los Arcos del pueblo y además, el lienzo charro lleva su nombre, donde ahora está la estatua.
Personajes del Salón de la Fama: Don Andrés Becerril Arzate
A fines de 1999, el Consejo Directivo Nacional de la Federación Mexicana de Charrería A. C., que encabezó como presidente don Javier García Sánchez y don Pablo Cerón Matchain en funciones de secretario general, condecoró a don Andrés Becerril Arzate como Charro del Siglo, calificativo que se definió en una encuesta nacional.
Fue don Andrés Becerril Arzate, uno de los charros más famosos de todos los tiempos, fue fundador de la Federación Nacional de Charros en 1933 y seis años antes formó parte de los primeros charros que destacaron en Europa, espectáculo que puso en alto a México en España, donde tuvieron varias tardes triunfales.
En junio de 1994 fue instalado en el Salón de la Fama de la Federación en su sede nacional, el Palacio de la Charrería, ubicado en la esquina de Isabel La Católica y José María Izazaga, en el Centro Histórico de Ciudad México.
Su nombre también está grabado con letras de oro en el Salón de la Fama de la extinta Confederación Deportiva Mexicana (CODEME).
Don Andrés vio la luz primera el 5 de noviembre de 1905 en San Bartolo Naucalpan, actual Estado de México, siendo hijo de don Antonio Becerril Burgos y doña Luciana Arzate de Becerril.
Fue maestro de sus sobrinos que integraron la asociación General Manuel Ávila Camacho (MAC de Naucalpan) que fueron, durante cuatro años Campeones Nacionales de forma consecutiva, logrando dicho tetracampeonato en Veracruz 1961, Puebla 1962, Mazatlán 1963 y Ciudad Juárez 1964.
Se casó con la señorita Esperanza Ortiz Ceniceros y procreó seis hijos: Norma, Andrés (+), Juan Francisco, Artemio, Marisela (+) y Miguel Adolfo.
De su padre Antonio, heredó el gusto y la pasión por la Charrería, la que fortaleció en su niñez, adolescencia y luego en la juventud, para explotar en una catarata de emociones en sus mejores años en esta disciplina que convirtieron en arte los hermanos Becerril.
Con sus hermanos Audomaro y Antonio, Andrés comenzó su peregrinar por los lienzos charros de México, después giras al extranjero, comenzando por Estados Unidos, África, Centro América, Canadá, Colombia y Europa, destacando una exhibición para el Rey Alfonso XIII en Madrid, llevando siempre orgullosamente el nombre de México y la Charrería por el mundo.
Venezuela también vio consagrarse a los famosos charros Becerril y hasta se volvieron a hermanar ambos países, ya que estaban rotas la relaciones.
Don Andrés dominó todas las suertes charras, destacando su elegancia en el floreo de reata, así como en manganas a pie y a caballo, destacó también en jineteo de toro y yegua, así como toreaba y ponía banderillas a caballo, incluso a pelo y a la Lola.
En 1926, en los Estados Unidos de América, compitió ante los mejores caballistas del mundo, erigiéndose como campeón, además de ser Monarca Mundial en floreo de reata, derrotando a los más diestros cowboys estadounidenses en la ciudad de Nueva York.
Fue de los precursores de la Escuela Charra y sobre todo del floreo de soga, en la que destacó su lazada grande y que fue imitada a lo largo y ancho del país, misma que heredó su hijo Artemio, siendo un artista que hacía verdaderas obras de arte con la chavinda.
También fue fundador de la Asociación de Charros Profesionales (José Velázquez y los Becerril, Andrés y Antonio), siendo el primer presidente Isidro Candia Galván de Tlaxcala. Honor a quien honor merece.